jueves, 18 de mayo de 2017


PLANIFICACIÓN DE LARGO PLAZO

La visión cortoplacista ha sido una impronta indeleble en la mente de los tomadores de decisiones en la región. La tradición nos ha llevado a creer que gobernar es administrar crisis y recursos escasos, atender necesidades básicas insatisfechas, resolver problemas urgentes y atender coyunturas. No obstante, estamos frente a una oportunidad histórica para transformar la administración y la atención de lo urgente situación. La transición de modelos de desarrollo y tendencias globales que marcan el siglo XXI, revelan que gobernar implica preparar al Estado para el desarrollo (CEPAL, 2014). El renacimiento y la reivindicación de las funciones de los Estados han dado en estos últimos años en la región han contribuido también a la recuperación de la planificación, hecho necesario para la construcción de esas imágenes deseadas de país a futuro (Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2014).

La prospectiva parte de una amplia tradición científica de estudio del futuro y que reconoce la estrecha relación que existe entre el presente, el pasado y el futuro. Los eventos pasados dan lugar al presente e incluso tienen repercusión en sucesos que aún no han ocurrido. Asimismo el futuro depende del presente. Después de todo, el presente es el pasado del futuro.

Un aspecto importante de la prospectiva es que la misma enfatiza el efecto que el futuro tiene sobre el presente. Si bien eventos pasados y presentes construyen el futuro, las expectativas, aspiraciones y deseos del futuro tienen un efecto importante en la construcción del presente. De esta forma, la prospectiva pone en evidencia la construcción consciente y basada en el presente del futuro.

De ahí que la Senplades viene desarrollando esfuerzos para establecer una Visión de Largo Plazo, con el fin de reemplazar las visiones unilaterales y cortoplacistas de bajo alcance y responsabilidad, por visiones compartidas de futuro. Articulando la visión del país con las dinámicas globales para generar procesos permanentes de análisis del estado del arte y de las brechas para el desarrollo. De igual forma, que generen escenarios y reproduzcan alertas sobre asuntos emergentes identificados en el largo plazo. Propuestas como estas, de planificación en periodos largos deben revisadas conforme pasan los años de su duración van avanzando, esto permitirá la revisión y actualización de sus componentes y los resultados que se buscan obtener.

En este contexto, la prospectiva propone un acercamiento que supera a otras alternativas de planificación. Más allá del determinismo, las tendencias y proyecciones, la prospectiva reconoce el carácter de creciente incertidumbre en el mundo actual. Mientras las predicciones estudian certezas y constantes; y los pronósticos se encargan de incrementos cuantitativos, la prospectiva procura incorporar cambios cualitativos en el análisis de los futuros. Consecuentemente, la prospectiva implica un distanciamiento tanto del determinismo como del probabilismo. “La actitud prospectiva nace de una revuelta del espíritu contra el yugo del determinismo y el juego del azar” (Medina Vásquez, Becerra, y Castaño, 2014). Así mismo, el enfoque de construcción del futuro de la prospectiva contribuye a este distanciamiento del determinismo y el probabilismo, y a la reivindicación de la planificación como instrumento central para alcanzar el desarrollo.



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